Sanando las heridas de los niños que han sido lastimados y violentados

Mtra. Guadalupe Romo Romero
Centro de Desarrollo Humano del Instituto Renacimiento de Guanajuato.

Si conoces a un niño así, que se porte tal vez tímido, un poco hosco y huraño, ese pequeño espera tu ayuda. Pero espera la ayuda que él necesita, no la que tú quieres darle.

Ese niño espera tu amor, pero no sabe pedirlo, tal vez tiene miedo de recibirlo y no sabría cómo aceptarlo; a cada acercamiento tuyo él se alejará, porque tiene miedo de ser lastimado una vez más. Él ya fue lastimado en su corta vida, tal vez fue maltratado, tal vez violentado; algo sucedió y como es sabio, aprendió a protegerse, de la mejor manera en que puede hacerlo: se puso una pequeña coraza que le permite no sentir tanto el dolor, inclusive le permite colocarlo en algún lugar del olvido en donde no lo puede ver, ni recordar. 

Acércate a él. Tanto que no se sienta solo, tanto que pueda sentir tu amor, pero con la suficiente distancia para que no se sienta amenazado. Es como un juego de estirar y aflojar, de cercanía y distancia, en el que lo único que puede permanecer firme es el amor que le hagas sentir. Con el respeto a sus sentimientos y miedos, con comprensión plena a sus necesidades y sus carencias, con hondo amor a su personita.

Él aprenderá solito a acercarse, cada vez que se acerque, aunque sea poquito, tú recíbelo y asegúrate de que él lo sepa. Si se aleja: déjalo, abre tus brazos y mantenlos abiertos para que pueda regresar; solo está conociéndote, tiene miedo de un nuevo dolor. Necesita volver a aprender la confianza. Y ese será un aprendizaje arduo, porque no es solo la confianza en los demás o en ti, si no es fundamentalmente la confianza en sí.

Con tus brazos abiertos le estarás diciendo: “Eres valioso para mí”. Y si tú eres alguien importante para él, por el cariño que le manifiestas, él comenzará a despertar… “Soy importante para él, soy importante… yo soy importante, yo valgo”.

Habrá tal vez momentos en que te pruebe: querrá saber si realmente lo aceptas, si eres como te está viendo en este momento o sólo es una mascarada. Podrá ser grosero, indiferente, más tímido, berrinchudo, podrá comportarse de tantas formas como su personalidad y estilo le permitan. Solo es una prueba. Y esa prueba es para que tú la superes: espera tus límites y también espera tu amor. Es un paquete y es completo.

No tengas miedo a poner esos límites, él los sabrá diferenciar del amor que le brindas. Él sabrá que no existe rechazo a su persona. Por el contrario, existe el lugar seguro en donde podrá permanecer tranquila y agradablemente.

En la medida en que él se acerque a ti en busca de tus brazos, y tú sepas acogerlo en la misma medida que él te está pidiendo, él está aprendiendo también a abrir sus brazos y a pedirte acogida. Entre más se acerca a ti, más se acerca a sí mismo. Se está reconociendo, está aprendiendo a amarse.

1 comentario en “Sanando las heridas de los niños que han sido lastimados y violentados”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *